Era consciente de estar a punto de vivir uno de esos momentos en la vida que pasarán a formar parte de la lista de inolvidables, imborrables, eternos. Como el primer beso. Como el nacimiento de un hijo. Como cuando uno ve por fin el Taj Mahal y no puede evitar que se le humedezca la mirada. Y es que existen iconos en el mundo a los que resulta imposible ser ajeno.
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